El día 9 de noviembre he podido asistir a la inauguración de la Semana de la Ciencia, Tecnología, Calidad y Excelencia en San Sebastián impulsada por el Gobierno Vasco y coordinada por Innobasque. Ahí he tenido la oportunidad de escuchar a John Kao.
De todas las ideas comentadas, yo me quedo con la de encontrar un “Sweet Spot” como clave para poder innovar. Para explicarlo, John Kao comparó la innovación con el Jazz interpretando en vivo el piano. “Sweet Spot” es el equilibrio “retador”, que se logra entre lo establecido (partitura-normas como la base, dominio de habilidades, ser experto) y la improvisación (ser abierto a salir de la norma, espíritu de principiante).
Dos días después, he podido estar presente en la Business Global Conference en Bilbao, también organizado por el Gobierno Vasco. Aunque ha habido diferentes ponencias con ideas interesantisimas, para este post, me voy a centrar en dos de los ponentes: Inma Shara (Innovar en orquesta) y Rodolfo Carpintier (Digital Assets Deployment).
Inma Shara me ha sorprendido enormemente por su energía y su pasión por dirigir.
Una verdadera líder (visionaria logrando una sinergia y al mismo tiempo humilde). Muy interesante la idea de que el orquestador tiene una visión global y los músicos – expertos – son lo que saben el cómo hacer realidad dicha visión. Por supuesto, en grandes orquestas no están permitidas las improvisaciones. Así que para ella, la innovación está más enfocado a la manera de gestionar a las personas-músicos, de cómo gestionar los conflictos interpersonales y de cómo conseguir sacar lo mejor de cada uno llegando incluso a gestionar el ego de grandes divos.
Por otro lado, Rodolfo Carpintier planteó el símil entre organización innovadora y la imagen de un pájaro, al mismo tiempo que asimilaba la organización no innovadora con un elefante.
Un elefante (una organización no innovadora) teme fracasar (tiene pocas crías y hay que protegerlos bien), se mueve siempre en una manada en un entorno previsible (trabaja por procesos, no necesita innovar, hay que hacer bien las cosas buscando la repetitibilidad-excelencia).
Por el contrario, los pájaros, con muchas crías para que algunas sobrevivieran, son más libres a la hora de pertenecer a uno u otro grupo con gran capacidad de cohesión y colaboración.
Incluso Coevolucionan. Se adaptan al entorno (autogestión, innovación abierta). Por supuesto, no faltó la alusión a Dumbo, como una organización grande que es capaz de innovar, pero como una especie “exótica”.
Una vez asentada las bases, ahora creo que sí puedo empezar realmente este post.
Mi padre tenía un local (Pub) de Jazz. Parte de nuestra casa era el mismo local. Por lo que mi nana era puro Jazz.
A mi padre le encantaba en especial el Piano. Así que no dudó en apuntarme a clases. Eso sí, sin solfeo. Así que para llegar a tocar una partitura, prácticamente tenía que memorizarlo todo. Ante este engorro, que ralentizaba el disfrute tocando el piano, en seguida empecé a disfrutar con la improvisación… y sobra decir que a mi padre le encantaba. Le daba igual que un sonido quedara poco armónico. Lo importante era el ritmo, fluidez, naturalidad, frescura, sin regla limitativa, conseguir una armonía global… INNOVAR.
El me decía “Toca de nuevo eso que acabas de tocar”. Pero cada vez que lo hacía, como nada quedaba por escrito, era imposible reproducirlo con exactitud. Cada vez era mejor o peor que antes, pero diferente y único. Sobra decir que a mi padre eso le daba igual. Disfruté mucho de la improvisación y también de cómo era capaz de hacer feliz a mi padre con esos momentos únicos.
Pero como dijo John Kao, para innovar es necesario un equilibrio entre SER EXPERTO (conocimiento y habilidad) y SER PRINCIPIANTE (apertura, mente abierta). Así que mi innovación con el piano era muy limitada: mucho de principiante y poco de experto. Con el tiempo, quizá podría haber desarrollado la parte de lo experto, pero antes de eso, dejé de tocar el piano - y de improvisar jazz - cuando mi padre dejó este mundo.
Ahora bien, aún sigo improvisando en muchos otros terrenos. ¿Por qué?
Para mí la respuesta es simple: la vida es cambiante y no es predecible, además… así es más divertido. Eso sí, buscando en ocasiones una improvisación pura y otras un “Sweet Spot” .
¿Os habéis fijado en la cara de los que tocan Jazz? y ¿de los que tocan en una orquesta?
No tengo duda de que ambos disfrutan.
Pero en el Jazz, la mayoría de veces tienen una cara de verdadera diversión, incluso relajada… mientras que en una orquesta reina la seriedad y la tensión, para buscar una “perfecta” sinergia entre todos los músicos.
En el Jazz, no se necesita esa tensión. Dentro de una norma “mínima”, cada uno se reserva un nicho para poder improvisar a su gusto y que los demás respetan. Se permite el lujo de Autogestionar e Innovar. Cosa que en una orquesta no es posible esta práctica.
Además… Jazz sería como el pájaro que comentaba Rodolfo Carpintier. Equivocarse no está considerado fallo. Es la consecuencia de la improvisación. Pero en una gran orquesta eso sería un suicidio. Todas las notas tienen que estar bien entonadas, perfectamente conjuntadas,… busca una excelencia… es un todo elefante.
De modo que ¿es posible que una organización elefante pueda funcionar como un pájaro? Y de la misma manera ¿es posible que una gran orquestra llegara a tocar puro Jazz?
Así que… para que una organización grande tenga una cultura innovadora ¿deberíamos de ser capaces de hacer que una gran orquesta elefante se convierta en pájaros y que toquen jazz? (me río).
En primer lugar, supongo que tendríamos que achicar el tamaño. Eso parece obvio. Así que una organización grande, debería de funcionar en forma divisional, en procesos, en áreas… permitiendo que definan sus propias reglas, permitiendo improvisar, innovar y ‘equivocarse’ sin que tenga una consecuencia negativa para el resto. Se necesita un cierto “aislamiento” en el terreno experimental. Eso sí, seguro que habrá una norma común, pero que tenga lo mínimo y que en ningún caso suponga una barrera para poder autogestionar.
Dicho así, puedo llegar a visualizar una gran orquesta formada por grupos de Jazz acordando tocar un compás determinado y quizá una canción concreta. Hasta ahí, encaja… pero el problema es cuando queremos que todos toquen a la vez y que encima suenen bien. Quizá me equivoque… pero me imagino que será un concierto poco armónico, complejo de escuchar como un conjunto.
¿Será que un grupo, territorio, departamento, procesos… solo pueden innovar en aquello que es aislable del resto?
De modo que para que una organización elefante pueda ser innovadora ¿No será que hay que redefinir el significado de tocar todos juntos?
Como ha dicho Patxi López, en la Inauguración de la Semana de la Ciencia, Tecnología, Calidad y Excelencia en San Sebastián, HAY QUE DIVERTIRSE INNOVANDO. Y me encantaría volver a disfrutar innovando con el piano, pero me da muchísima pereza tener que recuperar lo poco “experto” que era antes.
Pero si tuviese ahora mismo en mi casa un piano… no dudaría en “jugar a innovar”. Y estoy segura que en lugar de mi padre, estaría mi familia diciéndome “toca eso de nuevo”.
Las preguntas que me surgen ahora sobre mi organización son:
- ¿Cuántos Pianos (territorios, herramientas) hay en mi organización para permitir jugar a improvisar sin miedo y tocar el Jazz?
- ¿Están en un lugar fácilmente accesible por parte de los expertos como para provocar un 'Sweet Spot'?
- ¿El producto – o servicio- innovado está accesible por las personas que puedan disfrutar de ello (mercados, clientes, utilidad real)?
- ¿Se divierten innovando (clima)?
Si conseguimos responder con SÍ a todo estaremos inmersos en una organización innovadora.