Ayer llegué a casa y tuve
esta conversación con mi hija:
- Hola mamá.
-
Hola
princesa.
-
Mira, te he
hecho este llavero.
-
Muchas
gracias. ¡Es precioso!
-
Pero… tiene
un significado. Déjame contar.
-
Claro, claro.
Cuéntame.
-
¿Ves que hay
3 que son de color verde con piedritas blancas? Parecen iguales pero no lo son.
Este tiene 3 verdes y luego viene uno blanco,
otro tiene 2 de verde y luego vienen los blancos, estos de verde si te fijas
hay un dibujo que los otros no tienen, … pero ¿ves que este es todo negro?
-
Sí.
-
Pues, son
como las personas. Todos son diferentes de una o de otra manera, algunos más y
otros menos… pero siempre hay uno que es muy pero muy diferente del resto, como
el caso de este que es todo negro.
- Ya, lo veo.
-
Pues… cuando
ves el conjunto, si todos fueran más o menos iguales, es decir, verdes y blancos, seguro que no llamarían
mucho la atención. Sí, dirán que es bonito, que hay un equilibrio, pero no
impactan y luego se olvidan. Pero este negro, radicalmente diferente al resto,
hace que el conjunto sea más llamativo y consigue que la gente se fije en la
negra y que se acuerde del conjunto.
-
Hija mía…
¡Qué bonito e interesante pensamiento! En
las cosas que mamá trabaja se habla de eso… de la diversidad, de ser diferente,
de diferenciarse y destacar como una organización.
-
¿Ves mamá?
También yo te ayudo en tu trabajo ¿eh? J
Sinceramente… me ha
dejado sin palabras la profundidad de su analogía y por supuesto lleno de amor
y orgullo hacia mi hija.
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