sábado, 25 de mayo de 2013

Una gran lección de analogía que me ha dado mi hija


Ayer llegué a casa y tuve esta conversación con mi hija:

-         Hola mamá.

-         Hola princesa.

-         Mira, te he hecho este llavero.

-         Muchas gracias. ¡Es precioso!

-         Pero… tiene un significado. Déjame contar.

-         Claro, claro. Cuéntame.

-         ¿Ves que hay 3 que son de color verde con piedritas blancas? Parecen iguales pero no lo son. Este tiene 3 verdes  y luego viene uno blanco, otro tiene 2 de verde y luego vienen los blancos, estos de verde si te fijas hay un dibujo que los otros no tienen, … pero ¿ves que este es todo negro?

-         Sí.

-         Pues, son como las personas. Todos son diferentes de una o de otra manera, algunos más y otros menos… pero siempre hay uno que es muy pero muy diferente del resto, como el caso de este que es todo negro.

-         Ya, lo veo.

-         Pues… cuando ves el conjunto, si todos fueran más o menos iguales, es decir,  verdes y blancos, seguro que no llamarían mucho la atención. Sí, dirán que es bonito, que hay un equilibrio, pero no impactan y luego se olvidan. Pero este negro, radicalmente diferente al resto, hace que el conjunto sea más llamativo y consigue que la gente se fije en la negra y que se acuerde del conjunto.

-         Hija mía… ¡Qué bonito e interesante pensamiento!  En las cosas que mamá trabaja se habla de eso… de la diversidad, de ser diferente, de diferenciarse y destacar como una organización.

-          ¿Ves mamá? También yo te ayudo en tu trabajo ¿eh? J

Sinceramente… me ha dejado sin palabras la profundidad de su analogía y por supuesto lleno de amor y orgullo hacia mi hija.
 

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